Amor a primera vista
Ya le habíamos echado un ojo tres años antes de nuestra aventura. Nos había encantado tal y como estaba, sus techos, altura, su situación en pleno casco histórico. El hecho de que estuviera a pocos metros de una fortaleza Templaria, hoy una iglesia, y que a pocos pasos de la casa cruzara un pasadizo secreto utilizado antiguamente por los Templarios para escapar o salir de las fortalezas sin ser visto en caso de necesidad, le hacía aún más interesante.
Pero en aquel momento la idea de una casa rural no se nos había cruzado, aún, por la cabeza. Más bien era para poder recibir a más amigos. La situación era ideal, en pleno casco histórico de Jarandilla, su ubicación permitía poder ir andando a cualquier sitio del pueblo en cualquier momento del día o la noche.
Pero dicen que el destino está escrito y no podemos ni huir de él ni modificarlo. El caso es que dos años más tarde la casa volvió a cruzarse en nuestro camino. Necesitábamos darle un cambio de rumbo a nuestras vidas. Después de darle muchas, muchas vueltas, volvimos a ver la casa. No fue la única que estuvimos visitando, pero fue con la que finalmente nos quedamos.
A partir de entonces empieza la auténtica aventura de poner en marcha una casa rural y no morir en el intento.