Si pudiéramos viajar en el tiempo podríamos ver cómo los Templarios reconstruían en el siglo XII la fortaleza que los romanos levantaron en su día sobre un castro celta en el centro de Jarandilla de la Vera.
El Temple llegó a ser una de las ordenes militares cristianas más poderosas de la Edad Media. Su distintivo era un manto blanco con una cruz roja paté (se estrecha al llegar al centro) y sus miembros formaban parte de las unidades mejor entrenadas de la que participaron en las Cruzadas. Los miembros de la Orden que no combatían gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano. Se considera que sus técnicas financieras sentaron las bases de lo que hoy conocemos como banca. De hecho la enorme deuda que el rey francés Felipe IV contrajo con los Templarios fue el motivo por el que éste presionó al papa Clemente V para que tomara medidas, quien finalmente claudicó a sus presiones y disolvió la Orden del Temple en 1312.
Jarandilla perteneció a la Orden del Temple entre 1171 y 1173, sus integrantes defendieron el territorio desde esta fortificación, y fueron los primeros en actuar contra los musulmanes en la Alta Extremadura. En la actualidad esa fortaleza, que contaba con patio de armas y torre del homenaje que servía las veces de vigilancia, es hoy la Iglesia Santa María de la Torre (reconstruida en los siglos XIV-XV).
Al proceso de transformación de fortaleza templaria a iglesia contribuyeron económicamente los Álvarez de Toledo, propietarios del castillo donde se alojó Carlos V en Jarandilla de la Vera (hoy Parador Nacional) mientras construía la que sería su última morada, el Monasterio de Yuste.
Como reconocimiento a su contribución se pueden apreciar los escudos de la familia Álvarez de Toledo en el dintel interior de la puerta de acceso a la sacristía y en una de las claves del presbiterio en la capilla mayor.
Si las paredes de esta iglesia pudieran hablar tendrían mucho que contar, tanto de la pila bautismal con esvástica incluida, como de la historia de los robos sufridos en el año 1500. La iglesia ha registrado numerosas actuaciones a lo largo de los siglos para su mejora y conservación, de hecho, de su artesonado original policromado y de sus tres naves iniciales, ahora queda una iglesia de nave central, ábside y capillas adyacentes.
Interesante es la capilla del capitán Gaspar Loaysa, capitán de las Indias, que financió su construcción (puede leerse la inscripción que figura en ella) y la dotó en 1565 con una renta perpetua. Pero la interesante historia de Gaspar Loaysa y sus minas de oro las dejamos para otra entrada de blog.